Tengo un profesor de Historia que tiene (entre varios otros problemillas que no nos conciernen, al menos no hoy) una obsesión con la masonería gigante como la casa de Julio Iglesias en Miami. Si, la que está cerquita de lo de Su.
No pasa una clase en la que mientras nos tira datos históricos a mansalva no deje de hacer el comentario de que algún cuasi-prócer, algún vecino de ellos, algún otro profersor, algún político, almacenero, camionero, taxista, lechero, secretario o ministro de algo, pintor de brocha gorda, médico, coiffeur o lo que se te ocurra era, es o será masón.
Lo más gracioso es que no sólo ve masones por todos lados sino que cree que ellos saben que el los busca por lo que esconden información sobre conferencias secretas. No sólo eso, sino que también lo persiguen para evitar que haga ciertas declaraciones reveladoras acerca de la historia de la masonería. Witney Houston, estamos en problemas.
El punto drástico de todo esto es que cuando lo escucho hablar me acuerdo de ese fic en el que Gee veía vampiros por todos lados. Creo, en realidad, lo que es más drástico aún es que a mi todo me recuerda a alguno de ellos.
Así que parece que, al final, todos somos iguales en algún sentido, aunque tengamos 40 año de carrera y nos creamos el Gardel de la Historiografía Argentina. Siempre hay algo por lo que la gente nos va a mirar raro, puede que cambie el objeto de nuestra fijación pero siempre tenemos (al menos) una cosa que nos mantiene despiertos de vez en cuando.
Guarda al cruzar, que no te pise un masón.
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