jueves, 9 de septiembre de 2010

Restless Heart Syndrome

Hay veces en las que pienso que mientras los demás crecen yo sólo voy envejeciendo. Lo que no está mal, aunque puede que los números empiecen a incomodarme.
No le veo el punto a todo esto, mucho menos la gracia.
Hay algo que me estoy perdiendo por vivir mentalmente en el país de la maravillas. De todos modos, me cuesta mucho bajar de la palmera y enfrentar los molinos. Es más lindo pensar que son gigantes y que los cuentos que leo son la realidad, al menos la de alguien más, que en algún lugar del mi mundo imaginario podría ser yo.
Estoy convencida de que si hubiera poseído una vida normal, o lo que los demás tienen, me hubiera privado de conocer Castle Rock, Hogwarts, la Rue Royale e incluso Forks. Saber que hay algo más ahí, que es posible encontrar tesoros que mucha gente ni imagina, me hace dudar sobre si cambiaría mis historias por la gente real; y podría jurar que no conozco a nadie que cambiaría su normalidad por alguien como yo que se ríe cuando Dolores Clairborne hable de esa ciudad donde no vive nadie desde hace mucho tiempo.
Supongo que parte de crecer significa abandonar la anormalidad, ponerme el traje de lawyer wannabe y dejar atrás las ensoñaciones de cabeza de chorlito, pero a mi hablame de las rosas de Tuxedo Max y te voy a entender, ahora y con suerte, siempre, sino no te gastes porque mientras vos están pensando en cómo escaparte de esta aburrida clase, yo estoy en un lugar mejor, pensando en las educadas polite remarks de los martes mientras miro el techo.
All in all, no le veo el punto a convertirme en lo que ustedes son, patéticos intentos de futuros sacapresos.
Yo tengo mi mundo, y  ustedes no están invitados.

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